¿Qué le pasa presidente?

Toda una vida esperando ser el presidente de los colombianos, para cometer semejantes desatinos en lo que va de su gobierno. Teníamos la esperanza de que sus buenas intenciones fueran realizadas. Que su talla de ilustrado se pusiera en práctica. Que la justicia social, de la que tanto pregona, pudiera empezar a cumplirse.

Vemos con preocupación, y ya no con incertidumbre, todo lo que viene sucediendo en materia de política antidrogas, seguridad ciudadana y, en general, toda la política social y económica. En solo dos años hemos regresado a la inseguridad de los años 80, lo que ha generado mucho miedo. Estos hechos son inconcebibles, sobre todo tratándose de un gobierno que se proclamó como el precursor del amor.

¿Dónde está el cambio que tanto anunció? ¿Acaso es revolucionario apoyar una dictadura como la de Maduro? ¿Acaso es revolucionario no proteger los derechos humanos en Venezuela, esos que otrora tanto ha defendido? Y al no reclamar, como siempre lo ha hecho, la coerción a la libertad de expresión, esa que tanto proclama. Que Cuba, Venezuela y Nicaragua, países a los que muestra tanto afecto, tengan el mayor número de personas detenidas al reclamar sus derechos civiles, y que un líder de su talla, del humanista que dice ser, no diga nada.

¿Qué le pasa, presidente? ¿Acaso ese es el cambio que pregona? ¿No se da cuenta de que su credibilidad se derrumba? Que su incoherencia le cobra adeptos y su falta de sinéresis lo desgobierna, que su insensatez es ya patológica.

¿Qué clase de humanista es que calla ante las políticas de sus ministros? ¿Cómo es posible que usted, que siempre se ha perfilado como un hombre erudito, no advierta lo dañino que es para la nación no combatir con decisión la producción de cocaína? ¿Acaso no se da cuenta de que ese es el mayor generador de violencia?

Estamos de acuerdo en que el cultivo de la hoja de coca y el procesamiento de la cocaína pueden ser legalizados, pero eso tomará tiempo, porque es una decisión de consenso y no unilateral. ¿Mientras tanto qué, seguiremos padeciendo la violencia que genera? A usted y solo a usted estamos seguros de que la Corte puede desmontarle la fumigación con Glifosato, único método real para combatirla, porque sin duda la decisión de la Corte es política, tomada desde la perspectiva de que acabar con los cultivos es una pretensión de los partidos de derecha. ¡No!, es una necesidad humana.

¿Dónde quedó la Colombia humana?

¿Qué clase de revolución pretende hacer? ¿Un país donde la violencia es un potro desbocado? Hay que estar muy obnubilado para no darse cuenta. ¿Entonces para qué quiere reelegirse, para qué una constituyente? Para seguir el baño de sangre. Qué oportunidad histórica hemos perdido. Porque de verdad el cambio se necesita, pero no será con usted ni con su partido. Usted enterró las aspiraciones de muchos colombianos.

Compartir
Autor

Gabriel Rodríguez

Arquitecto, escritor.